La Avena pertenece a la familia de las gramíneas, pero más alejada del trigo, la cebada y el centeno. Se utiliza como alimento y como forraje. Es una planta que tiene menor resistencia al frío que la cebada y el trigo. Es exigente en agua por su alto coeficiente de transpiración, aunque el exceso puede perjudicarla. Es muy sensible a la sequía, sobre todo en el período de formación del grano. Debido a que el sistema radicular de la avena es más profundo, puede aprovechar mejor los nutrientes del suelo, por lo que requiere de menor cantidad de fertilizantes para su desarrollo.
Este cereal se utiliza principalmente para la alimentación del ganado, como planta forrajera y en menor cantidad para alimentación humana, aunque es muy popular en algunos países. Su riqueza en proteínas de alto valor biológico, grasas y un gran número de vitaminas y minerales, la hacen muy nutritiva y vigorizante. No es extraño que, ante la definición de la misma como “cereal con que se alimentan los hombres en Escocia y los caballos en Inglaterra”, los escoceses respondieran que por eso Escocia proporciona los más bellos ejemplares humanos e Inglaterra los más hermosos caballos. Es el cereal con mayor proporción de grasa vegetal, un 54 % de grasas no saturadas y un 46 % de ácido linoleico. También contiene hidratos de carbono de fácil absorción y, por su gran cantidad de fibras, contribuye al buen funcionamiento intestinal. Es un cereal rico en beta-glucanos, y se ha demostrado que el consumo de 3 gramos diarios de este compuesto permite reducir el colesterol en sangre reduciendo el riesgo de enfermedades coronarias (reglamento de la UE 1160/2011).
En relación a la enfermedad celiaca, estudios actuales demuestran que las distintas variedades de avena presentan ciertos grados de toxicidad, aunque en todas mucho más baja que la de los otros cereales, hasta el punto que en algunos países se incluye en la dieta sin gluten.
Valores medios del contenido en β-glucanos en avena en comparación con trigo harinero